Noviembre ha comenzado con un incremento en el precio de cotización de bitcoin en los principales exchanges de la Internet. Esto solo significa que cada día desde el 24 de agosto de 2015 que cayó a $209, luego de una larga disminución desde el pico de $1180 en diciembre de 2013, ha habido un mayor interés en la gente por adquirir alguna cantidad de la principal criptodivisa. Esto puede haber estado relacionado con diversos factores socio-político-económicos a nivel global. 

Las elecciones presidenciales en Argentina removieron los foros sobre bitcoin en ese país con activa participación de sus miembros que se felicitaban de haber avisado a sus amistades de la existencia de esta tecnología antes que el nuevo gobierno vaya a tomar las acostumbradas medidas regulatorias como congelamientos bancarios o inyección de moneda líquida en los mercados desde el Banco Central. Lo mismo en China donde se reportó un creciente número de creación de carteras debido al temor y a la popularización de la estafa ponzi que es el dinero deuda y ha continuado su crecimiento a pesar de la prohibición que Taiwan está imponiendo sobre el uso de la primera criptodivisa.

Participando en foros en español noto que la mayoría de nuevos compradores lo ha hecho sin entender todavía bien cómo funciona este nuevo paradigma económico que representan bitcoin y las criptodivisas y lo han hecho solo con la esperanza de, como los early adopters, volverse millonarios de la noche a la mañana, es decir hacer realidad el sueño americano hoy en día convertido en el sueño del egoísmo global. Muchos de ellos se quejan cuando en algún momento del día el bitcoin cae de precio y, como yo cuando recién compré los míos, pasan todo el día verificando si ha sucedido ya el milagro que los llevará a la fortuna o a la quiebra.

Pero para que estos sueños se hagan realidad, en todos estos nuevos compradores de bitcoin recae la tarea de publicitar esta moneda, respaldarla, fortalecerla, de convencer a más personas de su uso y aceptación con el ejemplo y la formación de vínculos de confianza entre todos los nuevos y viejos usuarios para formar saludables economías comunitarias o locales, en cualquier lugar del mundo y que puedan interactuar entre ellas de forma confederada. El 2016 será el año del establecimiento de nuevas formas de relacionarnos como seres humanos. Tendrá que ser el año en que cada persona evolucionará en el consumidor ideal: responsable de lo que consume, compra o adquiera pues sabe que dar bitcoin a otra persona es hacer fructificar su emprendimiento o proyecto.

Para explicarme mejor, si bien en la era del dinero deuda que está en decadencia las principales corporaciones transnacionales solo se preocupaban en generar ganancias y no en el bienestar, felicidad y desarrollo de sus consumidores; lo que ahora toca es que a las corporaciones de producción de bienes y servicios velen por la completa satisfacción no ya de los individuos independientes si no de las comunidades interdependientes.

Ejemplos de esto se pueden encontrar en cada uno de los ámbitos en los que el progreso humano ha hecho mella: en el campo alimenticio comida chatarra para satisfacer solo el hedonismo, marcas cuyo branding engaña a la vanidad de los jóvenes y alimentos modificados genéticamente que enferman. En el campo energético una industria petrolera y minera que ha arrasado con ecosistemas y comunidades nativas para la extracción de compuestos contaminantes y cuyo control ha generado las guerras y la contaminación de la que hoy por todas partes nos quejamos. En el ámbito educativo al economizarse la transferencia y creación de conocimientos, lo único que ha logrado la sociedad es producir empleados obedientes aptos para un mercado laboral de explotación, en lugar de una masiva generación de científicos y tecnólogos que nos podrían hacer la vida más fácil a todos. En otras palabras los agentes económicos del antiguo sistema de dinero basado en la deuda parecen haber querido asesinarnos a todos, envenenándonos, enfermándonos y manteniéndonos en la ignorancia y la vanalidad, en lugar de buscar e invertir en el desarrollo de una humanidad resiliente y más humanista, mamífera y que funcione de la forma como en Latinoamérica entendemos a la familia.

Depende de todos nosotros que el interés social pase de una cultura de la independencia y el individualismo a una cultura de la interdependencia y el socialismo. Estoy seguro que estos nuevos usuarios que han comprado bitcoin lo van a guardar como si fuese el tesoro al final del arco iris. Y si los gastan será en empresas que reflejen esta preferencia por la supervivencia de las comunidades y redes ya no solo sociales que se caracterizan por la frivolidad a la que nos tienen naturalizados los medios tradicionales de comunicación y hoy en día también facebook y twitter, si no redes de confianza a las que ellos mismos puedan pertenecer y a la que puedan dedicar sus vidas con amor. Ahora ya no valdrá la pena trabajar para un jefe explotador, si no para una comunidad que garantice nuestro bienestar, felicidad y desarrollo espiritual y material.

Ahora dependerá de nosotros los usuarios y dueños del dinero el poder escoger qué empresas, es decir qué comunidades deben preservarse. Tal vez debamos comenzar por los pequeños productores del interior del país y los mercados de barrio, a quienes se les debe apoyar para mejorar su calidad de vida así como sus procesos de producción. Y tejer nuevos vínculos con estos actores económicos a los que ya no veremos de otra clase, raza o nación sino con la confianza con la que vemos a nuestra propia familia para de esa forma resolver los problemas públicos como si fuesen problemas domésticos.